¿Qué queréis, sábanas limpias?

24 de febrero de 2011

Pernod

Estoy en un antro de mala muerte mientras te escribo. Es de noche y aquí dentro hay una luz suave y melancólica. De fondo suena Suzane de Leonard Cohen. La ceniza cae sobre el papel casi despacio y cuando la aparto deja una sombra gris sobre estas tristes palabras. Mi padre ha muerto y me siento alejada del mundo. Una parte de mi es como si hubiera muerto también. Le pido al camarero mi cuarto Pernod que es lo que solía pedirse él antes de comer. Él educó mi gusto por el buen licor y el buen comer. Creo que de él heredé una sensibilidad muchas veces incomprendida. Le vi tantas veces llorar y al recordarlo aparecen lágrimas que quieren quedarse en el umbral y volver hacia dentro. Creo que era una persona que habitaba solitariamente. Muchas veces no sabía comunicarse en un plano emocional, pero en cambio, tenía buenos amigos y eso, algo quiere decir.Era fuerte y débil a la vez y desempeñaba esa dualidad constantemente. Con él aprendí a indagar en la personalidad humana. Era tan complejo y tan simple a la vez. Me gusta pensar en él como en un raro habitante del mundo porque así es como me veo yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario