Sigue corriendo, tropezando con los sombreros que estaban esparcidos por el suelo.
Se gira y vuelve a buscar la voz. Como a cámara lenta. Su pelo se mueve con el aire, que aspira profundamente.
En un instante recuerda que la voz ya desapareció hace tiempo.
Continúa, esta vez, andando,lentamente. Sus pies se mueven con una danza de plumas.
El recuerdo le invade a veces el pensamiento, transportándola al instante hacía lugares antiguos en tiempo.
Voces, siempre voces que hablan. y que a veces resultan ininteligibles, extrañas, intrusas.
A lo lejos una cabaña de madera azul enmohecida
Abre la puerta, lentamente y con cierto miedo a lo desconocido.
Casi oscuro pero entra. Entra y pretende encontrar algo, algo que la conecte al presente. Tímida, esquiva los objetos dispuestos en el espacio. Formas diversas, que llenan el espacio como fantasmas solidificados y estáticos. No como los de su mente. Que danzan con alma animal entre los espacios vacios de su idolatrado arsenal de recuerdos.
El viento cierra la puerta violentamente. El sonido le hace ensordecer, le parece un sonido perpetuo, pesante, maligno. Su mirada se dirige instintivamente hacia el punto de origen. Sus ojos dibujan su estado de inconsistencia constante.
Las voces ininteligibles vuelven a revelarle su existencia, apareciendo de forma intermitente en cualquier lugar del espacio, casi negro.